jueves, 2 de mayo de 2024

A TODOS NOS PREOCUPA QUÉ DECIR PERO NO CÓMO ESCUCHAR



A TODOS NOS PREOCUPA QUÉ DECIR PERO NO CÓMO ESCUCHAR

 

“No podemos prosperar hasta el máximo de nosotros mismos, sin salir de nosotros, uniéndonos a los demás”

 

Pierre Theilard de Chardin (1955)




La importancia de la escucha en las relaciones ha sido relegada a un segundo plano en favor de lo que decimos, hablamos y emitimos. Es la escucha y la consciencia de ésta en el mismo proceso de comunicar la que es guía de comprensión y canal de encuentro entre los seres humanos que están inmersos en ella.

Esto se produce en el momento en que la escucha y la presencia de quien escucha fluyen libres y abiertas en los intercambios de la comunicación diaria. Siempre recordaré el efecto que tuvo para mi aquel dicho de que “Dios puso dos oídos y una boca, simplemente para que escuchemos el doble de lo que hablamos”.

Hoy todos quieren hablar y saber que decir, pero lo más importante a la hora de comunicar es saber y tener algo valioso que escuchar. La comunicación se basa en transmitir, revelar y participar activamente en lo que se comparte en los muchos diálogos del cotidiano.  

Pero siendo sincero, no siento que a la escucha se le esté dando la misma importancia y el mismo valor que al hablar. Creo que es necesario un aprendizaje específico y auténtico en esta dirección. Las personas aprendemos a escuchar cuando somos escuchados y cuando nos damos tiempo para percibir como lo hacen los demás.

Vivimos en una sociedad que da más valor a opinar, juzgar o hablar que a escuchar. Hay grandes oradores, conocidos por todos, pero ¿sabrías decirme a quién conoces como gran escuchador, por ejemplo, en los programas televisivos?. Vemos programas de televisión donde interrumpir constantemente, juzgar lo que los demás hacen, saber más de la vida del otro que ellos mismos, … son los valores del mejor periodismo.

La escucha entregada al servicio de comunicar es el ejercicio de ir renunciando al miedo, la vergüenza, la culpa, …repetitivas, para dejar salir el auténtico ser interior. Esta entrega provocada por la escucha auténtica va dejando desnudo y vulnerable a los participantes de la comunicación. Sentir esa vulnerabilidad acompañada con una calidad de escucha adecuada, es como sentirse envuelto en un halo de ternura, compasión, protección y empatía.

¿Realmente, damos la misma importancia a un oyente que a un orador?.

La escucha es una de esas formas de estar que nos ayuda a sintonizar con las frecuencias e intensidades del funcionamiento mental, emocional y energético de los demás. Así, el intercambio que produce comunicarnos es especialmente sensibles a la actitud de escucha.

El momento de la escucha puede ser un momento valioso cuando:

·        La actitud interna de la persona que escucha es de apertura, sin juicio y flexible. Así, siempre es más fácil la misma actitud del otro.

·       Está en disposición permanente de entrega sensible y receptiva. Es decir, quien escucha puede ser interpelado. Por eso está dispuesto a cambiar lo propio con lo ajeno si es necesario.

·        Quien escucha también se escucha, siendo congruente.

Si verdaderamente estamos interesados en escuchar, ¡¡hagámoslo!!. Valoremos el hecho que, de esa manera, el otro tenderá a escucharse y conocerse a sí mismo mientras habla de lo que le duele, de las heridas que en su vida hay o de lo que necesita de nosotros.

Para ello, la escucha auténtica hay que hacerla estado y actitud auténtica. Eso no significa solo recibir información. Participar siempre es apropiado cuando no se necesita ser protagonista sino compañero de viaje. ¿Cómo podemos mostrar que estamos ahí, contigo y conmigo?:

-  Interés y curiosidad por conocer a la persona que habla: “estoy muy interesado, sigue contándome”, “tengo mucha curiosidad por saber más”, etc

-  Respeto y auténtica consideración por todo lo que la persona escuchada tenga que decir con sus palabras, en lo que piensa y en cómo se siente. El necesita el permiso de ser digno: “te entiendo. Entiendo cómo te sientes y lo que dices”, …

-  Confianza en su capacidad de conseguir lo que necesita: “sé que puedes conseguirlo”, “estás en el momento indicado para hacerlo”, …

-  Aprecio y valor a lo que dice, piensa y siente, por simple hecho de hacerlo: “es muy bueno que pienses y sientas lo que estas sintiendo”, “estás haciéndolo muy bien”, …

-  Mantener el contacto, sabiendo que la escucha se extiende también a la presencia. Por ello, deja que el mirar y el tacto también estén en esta escucha, siempre que el otro se sienta respetado.

En conclusión, para hacer que la comunicación sea un momento inolvidable es necesario e imprescindible crear una esfera de protección que acoja la vulnerabilidad que pueda aparecer de manera natural.

Para accionar eficazmente la escucha empática, quien escucha tiene antes de todo que adquirir la capacidad de ponerse, sentirse, pensar y ser el otro por momentos. Es salir de las fronteras conocidas y expandirse hacia el centro mismo del país que nos supone comprender las fronteras de otro ser humano. De esta manera, escuchar es como realizar un proceso de migración. Quien presta sus oídos y deja entrar a quien escucha penetra en sus vivencias y se instala en territorio desconocido.

Si, por el contrario, la actitud de quién escucha es caer en la tentación y arrogancia de haber entendido todo, tener prisa, pre-tensiones o jugar a adivinar al otro, el escuchado se verá, antes o después, destituido o abandonado. La incondicionalidad es la actitud central. Implica la tolerancia de las diferencias ajenas. Aceptar al otro como diferente sin sentirnos amenazados.

Para la escucha es necesaria una actividad interior de resonancia de los contenidos y de los significados propios y ajenos. La práctica me ha enseñado que para mantener a la escucha “fresca” he de practicar su infinita apertura como seña de identidad en mis relaciones o, aceptar al menos, que cuando dejo de escuchar, es porque estoy en mis construcciones mentales y en la vivencia de mis adentros.

Así la escucha será una dinámica de ida y vuelta, encentramiento-descentramiento. Si escuchamos de manera activa, atenta, paciente y somos capaces de solicitar aclaración cuando no entendemos algo; si pensamos en término de las necesidades del otro... podemos mejorar nuestros resultado y la eficacia para escuchar.

Es necesario en el acto de escuchar:

- Revisar continuamente los prejuicios y esquemas evaluativos que podamos tener en relación con los demás.

- Lentificar la escucha a expectativas o visiones apresuradas que asignamos a determinadas situaciones y actitudes ajenas.

Pero todo esto es fácil de decir y difícil de realizar. ¿Asumiremos el riesgo de salir de las fronteras del mi mismidad?, ¿nos abriremos a experimentar lo que nos sobrepasa cuando nos sentimos cambiados al escuchar con lo que no identificamos como nuestro? ¿o nos quedaremos tras nuestras fronteras conocidas?, ¿seremos capaces de practicar la generosidad y escuchar sin hacer juicio a cambio?, ¿permitiremos sobrecogernos y dejarnos sorprender por la vida de los demás?, ¿nos permitiremos descentrar y penetrar en los mundos de los otros para vivir la aventura de volvernos a encontrar, esta vez transformados en el nuestro?, … Cada uno encontrará sus respuestas. 

Estoy convencido de que el ser humano está destinado a integrar y desplegarse en el ejercicio continuo de descubrir que uno es más cuando sale de sí mismo. Es lícito entonces, poner especial énfasis en la necesidad de emprender un trayecto de regreso a la esencia misma del valor espiritual de la escucha. Es preciso aún más si cabe, tomarse un tiempo suficiente de vez en cuando para des-cubrir-la o des-cargar-la de ruidos (internos y externos), re-novarla o hacerla nueva en cada momento.

 

 

 JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ LUJÁN

lunes, 15 de abril de 2024

360 Grados para una Mirada Perdida

 



“Se dice que el paisaje es un estado del alma, que el paisaje de fuera lo vemos con los ojos de dentro” (Jose Saramago)

He visto en la tristeza pasajera, en la perenne desazón y en la adicción al sufrimiento, un mecanismo corporal fijado o bloqueado: La “mirada al ombligo”, la mirada del yoísmo. Siempre conectada a la punta de los zapatos, enterrada en el suelo, mirando siempre hacia abajo. Haciendo del mirar en horizontal o hacia arriba un gesto olvidado y desconocido.

Pero también he visto personas que levantaban la mirada, que en la vertical tan conseguida por el hombre, en ese proceso largo desde la hominización a la humanización, en su responsable gesto de ponerse de pie, miraban más allá de sí mismos.

Miraban al otro y por el otro. Incluso, miraban como si miraran todo a la vez o por primera vez. Buscaban vida en el horizonte, se encontraban con otras miradas y se dejaban ver. Algo cambió en ellos siempre. 

En ese gesto tan valiente y tan humano de ver al otro más allá de su yo y dejarse interpelar, crecieron y acrecentaron su mirada. Su conciencia cambió de perspectiva.

En ese acto de Fe, al vernos, el ego se arrojó y creció. Cuando el hombre alcanzó a ser hombre, a ver a los otros desde la vertical, algo cambió. Apareció un yo consciente del otro y de lo otro.

Por eso, cuando el niño aprende a andar ya no necesita que miren por él. Confía en lo que ve, en cómo se ve y, aunque no siempre, en quien mira.

He visto y seguiré viendo, que se nos dio la opción de mirar en 360 grados, como una esfera, de forma planetaria. Pero a veces nos empeñamos, en mirar solo nuestro ombligo o aquello que nos obsesiona sin apartar la mirada. 

El colapso regresivo. Solo veo mi problema y no su solución, vuelvo al pasado una y otra vez sin permitirme mirar más allá de lo que vi. No hay posibilidad de admirar y mirarme en el presente. Juego a ver un futuro al que aspiro, pero no respiro el presente. Me parece territorio desconocido y aburrido.

Cuando estos hábitos vienen a quedarse, llegamos a la conclusión de que el mundo no existe. Al hacer esto, nuestra existencia, lejos de la realidad, tampoco tiene sentido. Se colapsa en el punto negro de la soledad autoimpuesta o del futuro inalcanzable.

Los mismos argumentos (“por que siempre a mi”, “estoy solo”, “la culpa es mía”), las mismas lamentaciones, la misma adicción al sufrimiento. Y siempre lo mismo, las voces de los demás no me llegan y la vida se vuelve un eco y me siento hu-eco.

El "sentido de la vida” aparece cuando podemos cambiar el "sentido de nuestra mirada". Reorientar la mirada, moverla o mutar nuestros puntos de vista o el punto de mira es flexibilizar nuestras gafas y compartir nuestras máscaras. Pero sobre todo es reconocernos.

Si la mirada no se mueve tampoco me moveré yo. Eso significará que habré perdido de vista la vida y, por tanto, la oportunidad de estar vivo en el vivir. Dejaré de ver. Me convertiré en el “ensayo de una ceguera” (José Saramago). Nada más lejos de una vida plena.

Contemplando 360 grados, al menos, tengo acceso a una infinita variedad de grados y posibilidades de verdad. Ver y mirar, más allá, ...contemplar. Es entrever que hay que seguir viviendo nuevas experiencias. Es un vislumbrar pero con la condición de practicar la mirada abierta, sin tensión. Esa que otea el presente fluyendo y participando de él. La mirada que ve todo lo que ocurre como un suceso único e irrepetible.

La mirada que no agarra, que no juzga, categoriza o diferencia. Esa que, tiene su sitio. Pero se la ha convertido en dictadura de nuestras percepciones o ambiciones. Se le ha dado el lugar del sentido de los sentidos.

Al contrario, despojada de tensión o pretensión, cuando se la desnuda por naturaleza ante el presente y se la lleva de nuevo a una mirada original y nueva cada vez que miramos, solo entonces, es una mirada que origina y que acontece desde la presencia y con toda la conciencia. Se la instala en lo que sucede. Inmersa y presente. Sólo ahí y aquí, abierta.

La mirada que ve la vida como un acontecer, que es presenciar y adentrarse conscientemente en, desde adonde miramos. Solo así, es una mirada que se deja ver y conmover por lo que ve siendo un espejo en el que se mira.

Me preocupa e intento trasmitir a los demás que con tanto que mirar y con tanto uso diario de la vista, se hace cada día más urgente una limpieza y un reseteo diario de este gesto y sentido tan saturado, tan empachado y cargado de los impactos de los excesivos estímulos.

Llena de peso o tensión y nominada a la dictadura de los demás sentidos. Tratada como el sentido de los sentidos, inmersa en lo que ve sin mirar desde la amplitud porque se la ha acostumbrado a la obsesión y la fijación. ¿Qué poco la hacemos descansar y que poco la devolvemos a su esencial mirar por mirar?

Ya más que contemplar curiosa se ha vuelto una vigilante siempre al acecho. Tensa y escurridiza, dispersa o distante. Más que protagonista se ha vuelto egoísta.

Hoy camina perdida en la pequeñez. Ya no respira. Cada vez más desparramada por las distracciones de la vida. Lejos ya de un ser humano que no sabe a donde mirar para asombrarse, sorprenderse y maravillarse por la vida que se le ha dado y ha aceptado vivir.

Cansada de divagar vive ciega y sin alma. Ya no sabe ver por mucho que mira. A veces es ya solo envidiosa y no admira. No brilla y tampoco despierta conciencia porque simplemente no está encendida. Simplemente está pérdida, rendida y sin vida. 

viernes, 5 de abril de 2024

SE DICE QUE ...

 



Se DICE que ...

... La CLARIDAD es un estado de la mente, el AMOR un estado del alma, la SERENIDAD un estado del cuerpo, la ENERGÍA el estado de la materia, la CONCIENCIA un estado que integra lo anterior y, sin embargo, ...
... la TRANSFORMACION no se puede INVENTAR.
ES el VERDADERO estado de la PRESENCIA. O está, o simplemente no EXISTE. Se VIVE como se ES o no se ES
No la puedes APARENTAR. Es un espejo radiante FRENTE a FRENTE... una careta si la ENFRENTAS.
O de REPENTE ...
... Reflejo de la PEQUEÑEZ sin miedo a la ENORMIDAD
En cualquier MOMENTO, todos lo SABOREAMOS. La transformación es TRANSPARENCIA. La VIDA completa. La VIDA posible. A MANOS LLENAS
Es la INCREÍBLE levedad del peso en los PASOS. Las HUELLAS en las OLAS del MAR
El VIENTO que desvela el ROCE en la PIEL...
... el sol que CALIENTA la SILUETA con SOMBRA.
LENGUA mojada. OJOS húmedos. Los BESOS en las OLAS del MAR
Se DICE...
Se AMA...
Se SIENTE...
Se ES... gota a gota, ola a ola, huella rota
Sin embargo, Se VIVE ... o no se VIVE...
... en EL/LA MAR complet@. Las GOTAS del MAR ya brotan por mis ojos ...
... ENTREGADAS a la INMENSIDAD clara, amorosa, serena, fluida y consciente de la TRANSFORMACIÓN...
La INOCENCIA SIN CONCIENCIA de un NIÑO. Hermosa LECCIÓN y VERDAD de ELECCION.
Es cuando la MIRADA ES el extenso océano. “APARECE” NUEVO

AUTOENGAÑOS


 




AUTOENGAÑOS

 

“El autoengaño es primero un cálido refugio y luego una fría cárcel” (María JESÚS Torres)

 

Que fácil es contarnos historias para no vernos,

que difícil echarte de menos.

Quien se arriesga a buscarme,

quien se atreve con preguntas al aire.

 

Quien vio en su desierto pájaros volando,

en el mar bravo su rostro aclarando,

un beso sin labios, palabras sin saliva

lloviendo en el verano del invierno, sin vida.

 

Que fácil es narrar leyendas para escondernos,

que difícil implicarnos en nuestros destierros,

conciencia plena, planeta nuevo,

sicarios del vuelo.

 

Nadie va a declararse culpable,

demasiado peso responsable, sin huesos.

De piel afuera todo es perfecto,

en el tuétano algo más denso.

 

Hoy todo es exceso y nunca son mis defectos.

Que fácil es romper puertas para escaparnos,

lo difícil es abrir el rezo

y los ojos para quedarnos.

 

Mundo de la inmediatez, lleno de escasez,

de poco fondo, inmenso de piel

fría de apariencia y tiempo escaso.

Todo engullido, tiempo perdido. Nada saboreado.

 

Camina solo sobre tu continente,

La muerte agota tus momentos,

a cambio superviviente inconsciente.

Que fácil separar el cuerpo de la mente.

 

Que difícil entonces verte, ...

Verme contigo, conmigo, vernos juntos.

Hacia la creciente.

Camino inerte si te quedas en tu muerte de autoengaños.

ACTITUD CARACOL




ATENCIÓN: Cambiando el estado de alarma/emergencia por un estado de Alerta Serena. En busca del caracol que llevamos dentro

La atención es el camino a la presencia y su lugar de estancia radica en unos ojos blanditos que aterrizan en la columna y en la médula. Con esta premisa, nuestra presencia llega a nuestras manos, “siendo en el haciendo”
Si continúas ralentizando el ritmo, ahondando la respiración y calmando la mirada, estarás más cerca de la escucha abierta y las palabras necesarias para aquellos que ves a cada rato y para las dinámicas de cada día.
Te darás cuenta poco a poco, paso a paso, gesto a gesto y palabra a palabra que te vas asentando en un lugar del que a veces queremos escapar. Tu casa. Tu templo. Tu cuerpo. Tu lugar de residencia.
Solo así lo de cada día y lo repetido se convierte en descubrimiento, en acontecimiento, en suceso que inspira y en una incidencia desde la expresión más valiosa de la Curiosidad: el Asombro.
Por eso “el caracol que busca su casa no se conoce”. Esta en ella. Sus movimientos son lentos en el desplazamiento. Y sus prisas no lo llevan al destierro de sí mismo.

UN DESCENSO A LOS ASCENSOS

 





UN DESCENSO A LOS ASCENSOS

Siempre me rechinó la expresión: “todo el mundo pasa alguna vez por el descenso a los infiernos”. Nadie nos cuenta que tras los infiernos siempre aparecen los ascensos, el renacimiento y la transformación.
Caerse y levantarse son acciones que están casadas hasta que la muerte las junte, en la salud y la enfermedad, en lo bueno de lo bueno, amándose y respetándose todos los días de tu vida.
Sed bienvenid@s a la fiesta del vivir.
Bajadas y subidas que venís a mis ciclos de vida una y otra vez. Por que me perteneceis ahondare en vosotras. Descendiendo a vuestra esencia para elevaros. Aprendiendo y amándoos.
Sed bienvenid@s a la respiración en ambas direcciones.
Decadencias y esplendores con ritmos armónicos que pertenecèis a la talla de mi humanidad. Alargaos y flexibilizar la conciencia de mi humilde-grandeza en vosotras.
Sed bienvenid@s a la talla de la TRANSFORMACION.
“Sois la raza humana: bajones y escaladas, sístole y diástole de mi Corazon, la aceptación de la cadencia de mis ondas mentales y la observación en la espiral de mi conciencia”.

HOY TENGO UNA CITA

 





HOY TENGO UNA CITA...

Cada día decido asistir a la cita consciente con la espontánea, íntima y ética autenticidad.
Me la despierta un adolescente, una abuela, una película, una mirada, un suspiro o un respiro. Por doquier, la vida me invita a abrir la mirada y, responder ya es cosa mía.
Es difícil crecer, es aún más difícil si cabe, aprender a evolucionar. A pesar de las historias que nos contamos y que mostramos, es difícil ser un ser en proceso.
Algo dentro de nosotros permanece en la búsqueda de quien verdaderamente somos, como seres y especie. El ser que crece esta siempre en la búsqueda.
Todos sabemos que la verdad duele una vez, y que la mentira, duele demasiadas veces. La Libertad desencadenada, la LIBERACIÓN, está esperándonos en todos los rincones de los que nos ausentamos. Está esperando desarrollarse.
Desertar de nuestros adentros, genera desiertos. Lo contrario es despertar, la PRESENCIA PLENA. Una presencia prosperada y esperada.
¿Seremos algún día capaces de alcanzar la Libertad? o, al menos, ¿seremos lo suficientemente osados como para permanecer en el sendero de la liberación (liberar al ser en la acción)?